Pbro. Jesús Treviño Guajardo
Secretario de Relaciones Institucionales CEM
Introducción
En nuestros días el papa Francisco ha hecho énfasis en la urgencia que la Iglesia entera tiene de abrir sus puertas y salir en busca del pobre, del sufriente, del descartado. La pandemia actual ha terminado por dejar claro, a toda la humanidad, que las intuiciones del pontífice han cobrado vida, se han hecho patentes. Ahora, como lo ha sido antes, sigue vigente el imperativo cristiano de dar testimonio de caridad para con las personas más vulnerables, asimismo, vuelve a surgir la pregunta evangélica: ¿quién es mi prójimo?
Desde la ciencia histórica, el tema de la pobreza es uno de los argumentos que permite al estudioso comprender las dinámicas que han provocado grandes cambios en las distintas sociedades a través del tiempo. En la historia de la Iglesia éste no es en absoluto un argumento periférico, sino que forma parte esencial del devenir de ella.
Para abordarlo, el presente estudio ha tomado como punto de partida los siguientes cuestionamientos: ¿quién es el pobre según la Iglesia?, y ¿qué relación tiene la comunidad de bautizados con las personas pobres?
Antes de tratar de ofrecer una respuesta, es necesario recordar que el Evangelio habla de los pobres como aquellos a quienes de manera privilegiada se dirige el anuncio de la Buena Nueva. Por ello se puede decir que la categoría de “pobre” es constitutiva de la comunidad eclesial, ya que la misión evangelizadora se realiza, sobre todo, para quien goza de esta categoría.
Sin embargo, al ser la Iglesia una realidad inmersa en el espacio y el tiempo, se pueden verificar cambios conceptuales con respecto a la condición de pobre. Así pues, vale la pena descubrir la utilización de dicho concepto y la relación de la Iglesia con él, en la Iglesia Antigua para darse una idea de cómo esta realidad se asumía en los orígenes del cristianismo.
La Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea, es una de las pocas fuentes que existen para reconstruir la vida de las comunidades cristianas de principios del siglo IV. Ésta, al mencionar en varias ocasiones a los pobres y su relación con la comunidad cristiana de Roma, ofrece datos que resultan por demás interesantes para la reflexión en torno a el presente tema.
Antes que nada habría que recordar que la Iglesia pre imperial (principalmente de Roma), de finales del siglo III y principios del IV, comenzó poco a poco a gozar de concesiones dadas por el emperador, así como a obtener cada vez más recursos económicos. Dichas condiciones provocaron cambios en las concepciones y dinámicas sociales de las distintas comunidades. Eusebio de Cesarea y los textos que se analizarán a continuación permitirán descubrir si en realidad había diversos matices con respecto al concepto de pobre y su relación con la Iglesia.
- Eusebio de Cesarea
Eusebio de Cesarea, nació probablemente en Palestina alrededor del año 265, en donde realizó su formación cultural bajo la guía de Pánfilo, su maestro, quien a su vez fue el discípulo más docto de Orígenes, su admiración por dicho maestro fue tal que asumió el nombre de Εὐσέβιος τοῦ Παμφίλου (Eusebio amigo de Pánfilo)1.
Eusebio logró escapar de la muerte durante la persecución de Diocleciano, se fue a la tierra de Tiro y después llegó al desierto egipcio de Tebaide en donde fue arrestado y preso por poco tiempo. Regresó a Palestina gracias al edicto de tolerancia del año 3112.
Fue ordenado Obispo de Cesarea en el año 313. Durante su episcopado se vio envuelto en la controversia arriana, en la que sostuvo una postura favorable hacia dicha doctrina, aunque no se manifestó de acuerdo con su facción extremista. Por otra parte, participó en el Concilio de Nicea en el año 325, asumiendo la condena del arrianismo y la fórmula del credo, dejando de lado su convicción personal, y uniéndose al deseo de Constantino, con quien tenía una profunda amistad3.
La historiografía considera a Eusebio de Cesarea como un Obispo de la antigüedad, erudito y valorado por sus obras. Sin embargo, ha sido criticado por su postura de adhesión a los intereses del imperio.
- Historia Eclesiástica
Su producción literaria constituye una fuente notable en campos tales como; historia, exégesis, filología, teología y apologética, su doctrina es profunda y erudita. Entre sus obras, sobresalen, como las mejores producciones, las obras históricas: La Crónica, que fue compuesta antes del 303 con intención apologética para demostrar la antigüedad de la religión judía como propedéutica a la Cristiana; La vida de Constantino, que está compuesta por cuatro libros, ha provocado muchas discusiones en torno a su autoría, y aunque se sostiene que Eusebio es el autor, se acepta que la información ha sido tratada; y la Historia Eclesiástica4, obra en la que se fundamenta el presente estudio, la cual está formada por diez libros que narran la historia desde la composición de la Iglesia hasta la reunión del Imperio bajo Constantino.
Esta última fue redactada en cuatro etapas; la primera, que comprende los libros del I-VIII, fue elaborada en el año 312-313; la segunda, comprende el libro IX, fue elaborada en el año 315; la tercera, el libro X, fue elaborada en el año 317, y la cuarta intervención data cerca del año 323.
El objetivo de la obra, que también contiene cierto matiz apologético, es demostrar la victoria final del cristianismo sobre el poder temporal y la prueba de su origen divino. Aunque se le han hecho algunas críticas en el manejo de las fuentes y en el desarrollo de la materia, se sostiene que su valor es indiscutible porque ofrece información de fuentes que, de no ser por ella, serían desconocidas, razón por la cual es apreciada por los estudiosos5.
3. Contexto Social, Económico y Religioso de Roma a principios del Siglo IV
El contexto en el que se ubica el análisis del texto de Eusebio de Cesarea, es el de finales del siglo III y principios del IV, época en la que Constantino comenzó a familiarizarse con el cristianismo. Dicha familiaridad se puede comprobar con la atención que el emperador brindó a los cristianos ante el cisma del donatismo6, inmediatamente después de la victoria contra Majencio en el 312 d.C.: «La questione donatista offre così a Constantino l’opportunità di dimostrare il proprio appoggio a tale nuovo conesso…»7.
Por otra parte, Constantino realizó una serie de acuerdos con Licinio, emperador de Oriente, con el fin de ofrecer algunas concesiones a los cristianos tales como; la libertad de culto y la restitución de los bienes confiscados durante la persecución:
gli imperatori convengono che “qualunque divinità vi è nella sede del cielo” sarebbe meglio servita dall’estensione non solo ai cristiani, ma “a tutti” della libertà di culto, in qualunque forma […] inoltre essi dispongono che i beni sequestrati ai cristiani durante la persecuzione debbano essere loro restituiti, con un risarcimento per i proprietari costretti a rinunciarvi8
Así, se observa un acercamiento entre imperio y cristianismo, al mismo tiempo que se abre espacio al culto cristiano y a las prácticas comunitarias que éstos tenían.
El orden socio económico del imperio romano, de principios del siglo IV, se determinaba a través de tres aspectos: el orden jerárquico, la moral y el pago de los impuestos. Las personas que pertenecían a la nobleza, ostentaban una alta jerarquía social, su calidad moral se definía por su estirpe, no tanto por sus acciones, y no estaban tan sujetos al pago de impuestos. Por el contrario, los pobres de la época, eran personas con un nivel jerárquico social bajo (sin llegar al nivel del esclavo), estaban obligados a vivir una vida moral recta, y formaban parte de uno de los grupos principales del imperio romano, ya que su trabajo y el pago de sus impuestos, representaban, en buena parte, el grueso del ingreso imperial. De hecho, en tiempos de Constantino existía una cantidad considerable de leyes que buscaban proteger el bienestar familiar del sector campesino, debido a que éstos representaban su base productiva y financiera9.
También es importante resaltar que a partir del 309 d.C. aproximadamente, con la política económica de Constantino de introducir la moneda de oro llamada solidus en todo el territorio imperial, y liberando así el precio de éste en el mercado, se registró una crisis económica y un desequilibrio en el poder adquisitivo de muchos ciudadanos10.
De manera que cuando Eusebio de Cesarea habla de los pobres, está haciendo referencia tanto a las personas de nivel jerárquico social bajo, como a los afectados por la crisis económica del tiempo, y no solo a aquellos que pertenecían a la comunidad cristiana de Roma, sino también a aquellos que vivían tal condición aún sin ser bautizados.
4. El concepto de pobre en Historia Eclesiástica
El significado de los dos términos más importantes que en el mundo helenístico antiguo se utilizaban para referirse a personas en condición de pobreza, y por lo tanto también presentes en las Sagradas Escrituras, se muestra a continuación:
- La palabra Πτωχός que hace referencia a la persona que tiene necesidad de mendigar. Dicha palabra es más utilizada en el lenguaje bíblico que se dirige a comunidades judías de habla griega. En la versión de los LXX este término aparece cerca de cien veces y designa, «no solamente la situación del hombre en su entorno, sino de un modo especial su situación ante Dios, ante el cual ha de presentarse desprovisto de todo»11.
- La palabra Πένης que significa la persona oprimida, el hombre que no puede vivir de su propia fortuna o de su patrimonio, sino que tiene la necesidad de trabajar. La versión de los LXX utiliza este término cerca de cincuenta veces para referirse a los oprimidos y marginados, aunque algunas veces haciendo referencia también a los menesterosos.12
Como se puede observar, desde la antigüedad se utilizaban diversos términos para hacer referencia a la persona “pobre”. En la cultura Judía, se hacía mayor énfasis en la pobreza como condición de necesidad de Dios y abandono a su voluntad. Mientras que en el ambiente cristiano, se utilizaban una gran diversidad de términos, dependiendo de la cultura de la comunidad a la que se dirigían, lo cual permitió mayor amplitud en la forma de concebir dicha condición.
Antes de continuar con el análisis de textos, cabe mencionar que Eusebio de Cesarea sí utilizó el término Πτωχός como referencia a los pobres en algunas de sus obras apologéticas y bíblicas (Comentario a los salmos o Preparación Evangélica), pero en Historia Eclesiástica utilizó términos diferentes que no aparecen en las Sagradas Escrituras.
Un primer texto es el siguiente:
9 Todavía existe de Dionisio otra carta, Alos Romanos, dirigida al obispo de entonces, Sotero. Nada mejor que citar de ella las frases en que el autor aprueba la costumbre romana, observada hasta la persecución de nuestros días, cuando escribe:
10 Porque desde el principio tenéis esta costumbre, la de hacer el bien de múltiples maneras a todos los hermanos y enviar provisiones por cada ciudad a muchas iglesias; remediáis así la pobreza de los necesitados y, con las provisiones que desde el principio estáis enviando, atendéis a los hermanos que se hallan en las minas, conservando así, como romanos que sois, una costumbre romana trasmitida de padres a hijos, costumbre que vuestro bienaventurado obispo Sotero no solamente ha mantenido, sino que incluso la ha incrementado, suministrando, por una parte, socorros abundantes para enviar a los santos, y, por otra, como padre que ama tiernamente a los suyos, consolando con afortunadas palabras a los hermanos que llegan a él13
En este párrafo se utilizan los siguientes términos:
Πενἰαν de Πενἰα, traducido como la pobreza y Δεομἐνων de Δἐομαι que literalmente significa “Los que piden”, traducido como los necesitados. El texto completo hace referencia a una carta de Dioniso a la comunidad de Roma dirigida a Sotero su obispo, que en efecto se sabe que fue escrita para toda la comunidad cristiana de Roma, así lo cita a pie de página Sources Chrétiennes: «Bien qu’Eusèbe dise cette lettre adressée à Soter, elle était écrite pour toute la chrétienté de Rome, comme le montrent les passages cités».14 En ella se puede advertir el uso de un lenguaje de tipo griego para describir a los necesitados, “los que piden”, y se hace notar que la práctica de ayudarlos no solo ya existía en la Iglesia de Roma, sino que era una práctica que se tenía por costumbre en diferentes comunidades cristianas.
Como segundo texto se presenta el siguiente pasaje:
Así, pues, este vindicador del Evangelio no sabía que tiene que haber un solo obispo en una iglesia católica en que no ignora— ¿y cómo podría? — que hay cuarenta y seis presbíteros, siete diáconos, siete subdiáconos, cuarenta y dos acólitos, cincuenta y dos entre exorcistas, lectores y ostiarios, así como más de mil quinientas viudas y menesterosos, a todos los cuales alimenta la gracia y el amor del Señor a los hombres15
En este párrafo los términos utilizados son:
Θλιβομἐνοις de Θλἰβω, que significa los oprimidos y Χἠρας, que hace referencia a las viudas. Este pasaje habla de la conformación de la Iglesia de Roma, en la cual se consideraba a los más de mil quinientos menesterosos (oprimidos) y viudas, como una categoría constitutiva de la comunidad eclesial. En este cómputo, la gente sufriente representaba cerca del 5% del total de la comunidad eclesial, según los datos citados a pie de página de Sources Chrétiennes, en la que se menciona que la comunidad era de cerca de 30,000 fieles16.
El tercer texto se muestra a continuación:
Ellos eran, efectivamente, los únicos que en esta circunstancia calamitosa demostraban con sus propias obras la compasión y el amor a los hombres. Los unos perseveraban todo el día en el cuidado y enterramiento de los muertos (que eran millares los que no tenían quien se ocupara de ellos), y los otros, reuniendo en un mismo lugar la muchedumbre de los que en toda la ciudad estaban agotados por el hambre, a todos repartían pan, de suerte que el hecho corrió de boca en boca y todos los hombres glorificaban al Dios de los cristianos y, convencidos por las obras mismas, confesaban que éstos eran los únicos verdaderamente piadosos y temerosos de Dios
En este párrafo los términos utilizados son:
προς τοῦ Λιμοῦ que hace referencia a los que tienen hambre y Κατατρυχομἐνων (verbo con la preposición κατα que añade un matiz de intensidad), el cual significa oprimir, fatigar, agotar. Este texto subraya por una parte, la condición de pobreza de quienes sufrían el peso de la situación difícil ante la muerte y la escasez de víveres. Se trata de la descripción de un momento difícil lleno de calamidades para el Imperio Romano, después de la guerra contra los armenios. Y por otra parte, se muestra a los cristianos como los únicos preocupados por ayudar a quienes estaban agotados por el hambre, danto testimonio de la práctica de caridad para con todos los que estaban en medio de una situación de crisis.
5. La Iglesia y su relación con los Pobres en Historia Eclesiástica
A partir del análisis de los párrafos anteriores se puede decir que el término “pobre” ha sido utilizado con diversas connotaciones, según el contexto y la cultura de la comunidad cristiana a la que se haga referencia. Así, “pobre” era el que se abandona a Dios, el que no puede vivir de su propia fortuna, el que tiene que pedir para sobrevivir; también lo son, las viudas, los oprimidos, los que tienen hambre, así como los que están muy fatigados y agotados. Eusebio de Cesarea parece mezclar los conceptos que emergen tanto del mundo judío ( el que se abandona a Dios y el menesteroso), como los que pertenecían a la cultura grecorromana (el oprimido socialmente).
La mezcla de conceptos obedecía a que, el cristianismo de la época estaba influenciado, en muchos casos, por el sincretismo que había en torno a los sistemas monoteístas. A Eusebio de Cesarea le tocó vivir un momento histórico en el que existía una atracción por la creencia en un sólo Dios ya fuera judío, cristiano, o bien de otro tipo, como el culto a Theos Hypsistos (god-fearers), sistema religioso judeo-pagano, que también era monoteísta, y que, junto con el judaísmo y el cristianismo, formaban parte de la oferta religiosa del tiempo.
Esta mezcla de creencias provocó que las posturas teológicas y por ende éticas se mezclaran, dando como resultado una serie de prácticas complejas de orden social. No obstante, su complejidad, se puede afirmar que la Iglesia de Roma tuvo una relación muy cercana con los pobres y que, incluso en el Imperio Romano, el cristianismo fue quien aportó la valoración de la persona “pobre” que pedía una oportunidad para mejorar su estado de vida. En muchos casos la labor cristiana no se limitó a ofrecer asistencia a los necesitados, sino también a promover mejores condiciones de vida para todas las personas.
A partir de los textos de Eusebio de Cesarea se puede afirmar que la relación de los cristianos con las personas en situación de pobreza, desde un principio, era no solo cercana sino fundamental. Los pobres no eran vistos como ajenos a la comunidad, sino que eran contados como parte fundamental de la asamblea. Los bautizados se distinguían por tener una actitud destacada en lo que se refiere a la ayuda a los pobres, necesitados y sufrientes, extendiendo dicha ayuda a todas las personas, aunque no fueran cristianas.
Conclusiones
El análisis histórico de la pobreza y de los pobres toca la realidad más profunda de la humanidad. Más aún, en la historia de la Iglesia dicho análisis revela la manera en la que el “pobre” ha formado parte esencial de la vida de los cristianos.
Eusebio de Cesarea, considerado como un Obispo erudito de la antigüedad, escribió la Historia Eclesiástica, obra de valor indiscutible que ha permitido realizar una aproximación al tema de la pobreza de principios del siglo IV. Dicha obra fue escrita en un contexto en el que las propuestas religiosas más aceptadas confluían en la opción por el monoteísmo, de las cuales se derivó un sincretismo conceptual religioso. Por otro lado, la crisis económica que aquejaba al imperio impulsó a los emperadores a buscar un acercamiento con el cristianismo, incluso a ofrecerles beneficios, para que éstos coadyuvaran a resolver el problema de la pobreza que estaba en aumento.
Los textos de Historia Eclesiástica manifiestan que, para los cristianos el concepto de “pobre” no era unívoco, más bien parece mezclar conceptos derivados tanto de la tradición judía, que hacía énfasis en la pobreza de la persona que se abandona a Dios, y se presenta ante Él, desprovisto de todo; como de la tradición helenístico-romana, cuya concepción de “pobre” hacía referencia a la persona que sufre por no contar con los medios necesarios para subsistir.
Por otra parte, la Iglesia del tiempo consideraba a los pobres como integrantes importantes de las comunidades cristianas, asimismo se distinguía por promover obras de caridad dirigidas a ellos, no sólo a los bautizados, sino a todo aquel que necesitara ayuda, manteniendo una estrecha relación entre su misión evangelizadora y la condición de pobreza.
La Iglesia presentada por Eusebio de Cesarea como aquella que destaca en su labor de ayuda a quien se encuentra en situaciones difíciles, vuelve a hacerse presente hoy. Es decir, ahora, como en tiempos de Eusebio, la Iglesia es llamada a comprometerse con su realidad social, su misión evangelizadora sigue conectada a la promoción de la comunión fraterna y a la solidaridad con quienes padecen sufrimientos.
Bibliografía
Fuentes
Trad. Español, Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, introducción y notas de Velasco Delgado A., ed. BAC, Madrid 2008.
Trad. Francés, Eusèbe de Césarée, Histoire Ecclesiastique, en Sources Chrétiennes, par Bardy Gustave, les editions du CERF, Paris 1952.
Diccionarios
Institutum Patristicum Augustinianum Roma, Eusebio di Cesarea, en Nuovo Dizionario Patristico e di Antichità Cristiane, Marietti 1820, Genova-Milano 2006.
Coenen L.-Beyreuther E., Pobre, en Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, vol. II, Ediciones Sígueme, Salamanca 1999.
Povero, Grande Lessico del Nuovo Testamento, edizione italiana a cura di Montagnini F., ScarpatG. e Soffritti O., Vol. XI, Paideia, Brescia 1977.
Enciclopedias
Drake H. A., Il 313: Costantino e i cristiani, en Constantino I, Enciclopedia Constantiniana, ed. A. Melloni, Roma, Treccani, 2013, vol. 1.
Harper K., L’ordine sociale costantiniano, schiavitù, economia e aristocrazia, en Constantino I, Enciclopedia Constantiniana, ed. A. Melloni, Roma, Treccani, 2013, vol. 1.
Enciclopedia Treccani, en www.treccani.it
Artículos de revista científica.
Grossi V., Chiesa e poveri nei primi secoli, in Poveri e Povertà nella Storia della Chiesa, Quaderni della fondazione San Carlo, 1, Mucchi editore, Modena, 1988.
Mitchell S., The Cult of Theos Hypsistos between Pagans, Jews, and Christians, 81-148, in: P. Athanassiadi and M. Frede, edd., Pagan Monotheism in Late Antiquity. Oxford 1999.
1. Cf. Institutum Patristicum Augustinianum Roma, Eusebio di Cesarea, en Nuovo Dizionario Patristico e di Antichità Cristiane, Marietti 1820, Genova-Milano 2006, [n.1845].
2. Cf. Nuovo Dizionario Patristico e di Antichità Cristiane, Marietti 1820, Genova-Milano 2006, [n.1845].
3. Cf. Nuovo Dizionario Patristico e di Antichità Cristiane, Marietti 1820, Genova-Milano 2006, [n.1845].
4. Cf. Nuovo Dizionario Patristico e di Antichità Cristiane, Marietti 1820, Genova-Milano 2006, [n.1846-47].
5. Cf. Nuovo Dizionario Patristico e di Antichità Cristiane, Marietti 1820, Genova-Milano 2006, [n.1847]
6. El donatismo es un cisma de la Iglesia Africana que inició al finalizar la persecución de Diocleciano (entre el año 306 y el 311). Dicho cisma consistió, por una parte, en retomar posiciones doctrinales polémicas tales como; la concepción de la Iglesia como comunidad de unos pocos elegidos, y la invalidación de sacramentos administrados por ministros “indignos”; y por otra parte, la división entre los fieles de Cartago ante la elección episcopal de Ceciliano como sucesor de Mensurio. Cf. En la voz de Donatismo, Enciclopedia Treccani, en https://www.treccani.it/enciclopedia/donatismo_%28Dizionario-di-Storia%29/ (25.02.2021)
7. H. A. Drake, Il 313: Constantino e i cristiani, en Constantino I, Enciclopedia Constantiniana, ed. A. Melloni, Roma, Treccani, 2013, vol. 1, p. 168. La cuestión donatista ofreció a Constantino la oportunidad de demostrar el proprio apoyo a esta nueva relación (con los cristianos). Traducción Jesús Treviño Guajardo.
8. H. A. Drake, Il 313: Constantino e i cristiani, en Constantino I, Enciclopedia Constantiniana, ed. A. Melloni, Roma, Treccani, 2013, vol. 1, p. 170. Los emperadores acordaron que cualquier divinidad que se encuentre en el cielo sería mejor servida si se extiende la libertad, no solo a los cristianos, sino a todos los cultos […] por otra parte también dispusieron la restitución de los bienes confiscados a los cristianos durante las persecuciones junto con una indemnización para los propietarios. Traducción Jesús Treviño Guajardo.
9. Cf. K. Harper, L’ordine sociale costantiniano, schiavitù, economia e aristocrazia, en Constantino I, Enciclopedia Constantiniana, ed. A. Melloni, Roma, Treccani, 2013, vol. 1. P. 378.
10. Cf. K. Harper, L’ordine sociale costantiniano, schiavitù, economia e aristocrazia, en Constantino I, Enciclopedia Constantiniana, ed. A. Melloni, Roma, Treccani, 2013, vol. 1. P. 378.
11. L. Coenen-E. Beyreuther, Pobre, en Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, vol. II, Ediciones Sígueme, Salamanca 1999, p. 380.
12. Cf. L. Coenen-E. Beyreuther, Pobre, en Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, vol. II, Ediciones Sígueme, Salamanca 1999, p. 380.
13. Eusebio di Cesarea, HE IV 23, 9-10, ed. BAC, Madrid 2008
14. Eusèbe de Césarée, HE IV 23,10, en Sources Chrétiennes, les editions du CERF, Paris 1952, p. 204. Bien dice Eusebio que esta carta la escribió Sotero, ésta fue escrita para toda la comunidad cristiana de Roma. Traducción Jesús Treviño Guajardo.
15. Eusebio di Cesarea, HE VI 43, 11, ed. BAC, Madrid 2008.
16. Cf. Nota al pie de Eusèbe de Césarée, HE VI 43,11, en Sources Chrétiennes, No. 41, les editions du CERF, Paris 1955, p. 156.
17. Eusebio di Cesarea, HE IX 8, 14, ed. BAC, Madrid 2008.
18. Cf. V. Grossi, Chiesa e poveri nei primi secoli, in Poveri e Povertà nella Storia della Chiesa, Quaderni della fondazione San Carlo, 1, Mucchi editore, Modena, 1988, p. 11-12.
19. S. Mitchell, The Cult of Theos Hypsistos between Pagans, Jews, and Christians, 81-148, in: P. Athanassiadi and M. Frede, edd., Pagan Monotheism in Late Antiquity. Oxford 1999, p. 127.
20. V. Grossi, Chiesa e poveri nei primi secoli, in Poveri e Povertà nella Storia della Chiesa, Quaderni della fondazione San Carlo, 1, Mucchi editore, Modena, 1988, p. 11.