Pbro. Dr. Jorge Gerardo de la Torre Rodríguez
Médico Cirujano por la UNAM
Sacerdote católico, especialista en Bioética
FELICIDAD ¿Qué necesitas para ser feliz? según la Dra. Marián Rojas Estapé «la felicidad no es lo que nos pasa, sino como interpretamos lo que nos pasa». Rojas, Médico Psiquiatra, del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas (IEPS), ha tenido la oportunidad de ayudar a muchos niños y niñas que sufren violencia, maltrato, tráfico sexual, explotación y prostitución de infantes. Ha visto sus consecuencias en jóvenes y adultos. En su experiencia ha constatado cómo no solo es lo que nos pasa, sino el modo como interpretamos lo que nos pasa, lo que afecta gravemente nuestra sociedad, como causa y consecuencia de todas estas injusticias sociales que estamos viviendo, y si no hacemos algo será cada día más. Así que ¿quieres ser feliz? ¡Puedes!
Niñas y niños sufren falta de atención, abandono o maltrato familiar, ven truncados violentamente sus sueños y les cuesta mucho más trabajo reconciliarse con la vida y la sociedad. Además, se convierten en la principal presa de tiburones ávidos en secuestrar, manipular y convencer a menores de edad para convertirse en guerrilleros, sicarios o simplemente ser arrastrados en el campo de la prostitución infantil, destruyendo su bienestar y su felicidad. ¿Cómo sobreviven a estas atrocidades? Y más importante aún, ¿cómo podemos evitarlo?
En esta vida todos queremos en el fondo ser felices, pero muchas veces confundimos bienestar y felicidad. La primera depende mucho de qué tienes, la segunda depende más de quién eres. Darle un sentido logrado a tu vida no es solo quiero sino cómo quiero afrontarlo; en el fondo «la felicidad -dice Marián- no consiste en hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace». Si tienes una familia ¡quiérela!, ¡ámala!, ¡protégela! Dedícale tiempo y lo mejor de ti, porque se lo merecen ellos, pero quizá igual o más importante, ¡porque te lo mereces TÚ!, y eso generará un cambio fundamental en tu camino hacia la felicidad.
Sin importar cuál haya sido tu infancia, tu adolescencia, tu juventud, tú mereces ser feliz. Pero eso no se logra haciendo infeliz a otros, sino acrecentando el margen de felicidad que hay a tu alrededor. No todo en la vida puede ser como nosotros queremos, pero sí podemos afrontarlo de tal manera que busquemos el lado positivo, lo bueno en aquello que hacemos, tenemos y enriquecerlo. Valorar tu trabajo y tratar de mejorar las condiciones de dignidad, de justicia, de trato entre compañeros y entre patrones y empleados o superiores y subordinados. Tratar de mejorar las condiciones de capacitación continua y crecimiento humano, crecimiento integral: intelectual, psicoafectivo, autosustentable no solo en lo económico o material, y menos aún que promuevan conflictos, sistemas represivos, injusticias o ambientes de corrupción. Porque al final todo esto lo cargarás el resto del día y lo portarás también a tu hogar.
Este es el caleidoscopio, el lente que nos permite ver el panorama total de nuestras vidas y necesidades. Este es el modo en que podemos interpretar positivamente las dificultades de la vida para que, juntos, de la mano de Dios y de cuantos nos rodean, afrontemos con esperanza, con corresponsabilidad y espíritu de sacrificio, una sociedad, que aún si se parece caerse a pedazos por falta de amor, podemos sanar y reconstruir mediante ese mismo amor. Amor a Dios y a los demás en las dificultades, generando buenas obras por Él y por la sociedad. La auténtica caridad, la misericordia de la participación, involucra a cada uno con los dones y talentos que Dios le ha dado, pocos o muchos, para reconstruir el tejido social en una relación digna con los demás. Si sembramos vida en lugar de muerte, sembramos amor en lugar de odio, sembramos paz y no maltrato o violencia, sembramos perdón en lugar de resentimiento y rencor, construimos un futuro lleno de esperanza y felicidad para ti, para los tuyos y para todos.
Estas cosas no son un sueño inalcanzable o palabras bonitas pero huecas. Existen asociaciones hoy en día que se esfuerzan en la formación y capacitación de su personal, que además de modos de conseguir metas materiales, brindan un desarrollo integral donde, por lo regular, mejora las condiciones económicas y sociales de las personas y sus familias. Existen países enteros, como el ejemplo de Bután, que ocupándose no por las cosas materiales sino por las personas, han logrado incrementar no solo su Producto Interno Bruto (PIB) sino su Índice de Felicidad Interna Bruta (IFIB); incrementando así, no sólo el bienestar materialista, sino también la felicidad comunitaria y de sus individuos,.
Valorar tu familia, amarlos y dejarte amar por ellos, siendo fiel a tus compromisos e ideales al ayudarles a que crezcan también ellos en sus sueños, en especial en su dignidad como personas. Que sepan valorar la vida y el respeto por los demás. Que vivan su religiosidad con fe, esperanza y con orgullo de ser hijas e hijos amadísimos de ese Dios, que es amor y que solo busca que sus hijos dejen de lastimarse, dejen de denigrarse y cosificarse, porque el ser humano no es un objeto o una cosa, ni siquiera es cualquier tipo de especie animal; es una PERSONA con una dignidad por encima de las cosas, las plantas y el resto de los animales. Es un sujeto, digno de derechos fundamentales por el hecho de ser un individuo humano. Derecho que tenemos desde el inicio de la vida, desde el seno materno, desde el primer instante de la concepción o gestación.
Valorar tu persona y tu familia, cuidarlos, depende fundamentalmente de ti, e implica amarlos de tal manera que sepas brindarle todo el apoyo que requieren para su sano crecimiento. Eso incluye límites, normas, medidas que prevengan el que se vean seducidos y engañados por el mal, por las mentiras, por la ignorancia, por la corrupción. Requieren educación en valores, en principios éticos y morales que los preparen para afrontar las dificultades y retos de la vida de modo adecuado y satisfactorio. Que no se dejen caer en el desánimo, la frustración, la desesperación, la baja autoestima, pues tarde o temprano los empujará en ambientes equívocos y malsanos a buscar fugas en el tabaquismo, el alcohol, las drogas, las redes sociales aislantes y enajenantes. No todas las redes sociales son así, pero MUCHAS, hoy en día, sí lo son; reduciendo los valores y dignidad de los individuos, tratándolos como objetos de consumo y desecho, no como personas.
En el bien de buscar lo mejor y poner los debidos límites, puede ser válido tratar de eliminar las partes malas, lo que no funciona, lo que no ayuda, lo que no da valor, lo que no enriquece y no te hace verdaderamente más feliz a ti y al resto de la gente que te rodea. Cuidando de comprender bien que no es lo mismo decir «lo que no me gusta», de «lo que no es un auténtico bien para mí y los demás». Pueden no gustarte muchas cosas que son buenas y necesarias; por ejemplo, una medicina si estás enfermo, una llamada de atención si haces repetidamente algo en contra de la vida o la dignidad de tu familia y/o de la comunidad, incluso una sanción si hacemos mal uso de los bienes materiales y/o maltratamos a la gente, etc. Educar no significa maltratar. Corregir se hace con firmeza, pero la suavidad del amor, es bálsamo para las heridas y evita rupturas inconvenientes e innecesarias.
La auténtica felicidad tampoco se da en las fugas que proporcionan falsos bienestares materiales o sentimentales. Saber aprender cómo debo afrontar la realidad en la que vivo, no huir de la realidad y meter la cabeza en un hoyo en la tierra para no querer ver lo que ocurre a mi alrededor, eso es mejor. No podemos tapar el sol con un dedo y decir que no está ahí. No podemos huir de la realidad con falsas ideologías ni legalizando lo injustificable, como las drogas o el aborto. Los graves problemas de los individuos y de la sociedad no se solucionan tratando de evadirlos ni haciéndolos más grandes; sino afrontándolos y buscando soluciones que resuelvan sus causas desde la raíz del problema.
Hoy, muchos de los problemas que tenemos, son resultado de no cuidar realmente a los individuos, la familia y la sociedad. Velamos por nuestros egoísmos, por los bienes materiales, por los placeres y sentimientos, dejando a un lado los valores, los principios y derechos fundamentales (como el respeto y cuidado a la vida en cualquier etapa) y la auténtica búsqueda del bien individual y comunitario. No basta el bien de unos cuantos que tengan más poder, o más bienes económicos, o más capacidad de dañar a los demás o de gritar. Se trata de buscar el Bien auténtico, ese que está inscrito en la conciencia de los hombres y las mujeres, ese que el Derecho romano reconoce como Iusnaturalismo, como principio fundamental de la felicidad y del bien.
Según la Dra. Rojas, en la plasticidad neuronal, que al inicio se negaba y ahora se reconoce de facto, los individuos que desde pequeños recibieron más afecto y atención adecuada en el hogar, son más capaces de relacionarse con sus experiencias teniendo mejores actitudes. Niñas y niños que han recibido más amor y mejor educación y trato en sus hogares responden mucho mejor a situaciones adversas en la vida y saben cómo afrontarlo, presentan incluso un mayor crecimiento de los telómeros en su DNA. Mientras que aquellos que han sufrido abandono, violencia intrafamiliar, denigración en su autoestima, presentan telómeros más cortos y una capacidad pobre para responder ante las adversidades, respondiendo de modo violento o depresivo ante estas circunstancias, favoreciendo así el suicidio, las adicciones y las respuestas inadaptadas e inadecuadas en el resto de sus hábitos de vida personales, familiares y sociales. Así, la capacidad de resiliencia con que cada uno cuenta, de regresar a mis orígenes y encontrar ahí la fortaleza en el amor, en la religiosidad, en los valores, en las relaciones familiares, está íntimamente relacionada con la capacidad de ser feliz según el modo de percibir y afrontar nuestras dificultades cotidianas e incluso es capaz de modificar mi propio ADN genético.
Quizá alguno diga, «si esto es desde la infancia, estoy frito, yo ya estoy viejo y ‘perro viejo no aprende trucos nuevos’; bueno, te tengo una buena noticia, al parecer, esto también puede generarse después de la infancia, incluso en estado adulto. La voluntad con que cada uno se autoimponga a aprender y modificar, a enriquecer su personalidad, su carácter y adecuar su temperamento, parece cambiar los telómeros y la conducta humana en el adulto. Así, puedes aprender todos los días cosas nuevas y modelar de manera favorable tu respuesta a los problemas de la vida y la búsqueda de tu felicidad. Tienes la capacidad de cambiar malos hábitos por buenos, vencer el mal con el bien, dar buenos frutos y abundantes. Puedes cambiar sentimientos negativos por otros positivos, no quedar estéril en tus obras o generar solo cosas malas. Puedes mejorar tu personalidad, tu carácter, tu entorno y tu propia vida y desde ahí buscar mejorar tu familia, tu entorno comunitario, social, física y virtualmente, en las personas que tocas mano a mano o por las redes sociales.
Bienestar no es lo mismo que felicidad. La primera, es colmar los sentidos, la segunda, colma el alma, el corazón. La sociedad actual busca colmarnos de placeres, juegos, hedonismo, cosas fútiles y pasajeras, que te conviertan en consumidor compulsivo y adicto; porque te ve como pieza de consumo y te usa. La verdadera felicidad en cambio, se da en las cosas permanentes: en las relaciones interpersonales sanas, buenas y duraderas; no busques ambientes tóxicos y círculos sociales donde te acepten por ser autodestructivos, por generar el mal con falsos sentimientos de ‘poder’, porque tarde o temprano terminarás vacío, se volverán contra ti y terminarás destruyéndote a ti mismo y a los que amas y te rodean. Acrecienta el bien, la solidaridad, la justicia y la equidad, la auténtica subsidiariedad que no genere paternalismos ni asistencialismos estériles, sino corresponsabilidad. ¿Quieres ser feliz?, siembra el bien, valores y cosas que te enriquezcan a ti y a otros. No lastimes, ¡cuida!, no destruyas sino construye, no promuevas la muerte sino el respeto a la vida, no fomentes la ignorancia sino la educación que permitan sanar y salvar el tejido social. Más que solo bienestar construye tu felicidad y la de los demás. ¡Puedes!